Tenía muchos mas
fieles que cualquier santo, todos grandes devotos, montones de beatos que
visitaban aquella preciosa cajita de cristal, allí estaban las reliquias
perfectamente envueltas en fino paño de encaje.
Alrededor del
relicario el mas profundo silencio, el respeto mas grande. Todos querían ver
aquellos pequeños pedazos, rotos demasiadas veces.